ABRIL / MAYO 2018
Darío Basso nos sorprende una vez más con su último trabajo que gira en torno a la vegetación, a la flora y su relación con el cuerpo humano y su psique. Así como los románticos imprimían humanidad a la naturaleza, aquí se imprime carne.
El objetivo es hacer un repertorio morfológico vegetal y la imagen acercarla para ser una porción más del cuerpo del artista: la planta como un órgano.
Si todo artista que trabaja en relación a la naturaleza, establece un dialogo con la misma, aquí se ha establecido con una intensidad e intimidad sensual. Con una libre utilización del color y la materia, que permite acercar la representación de la naturaleza al cuerpo y hacerla carnal.
En palabras de Darío Basso:
“La naturaleza no se observa, pertenecemos a ella, es un organismo liado al nuestro. Es nuestra compañera nocturna”.