INAUGURACIÓN 19 DE SEPTIEMBRE A LAS 19:30 H – (Dentro de la programación de Aberto 2024)
La capacidad de Suárez Reguera para abordar una amplia gama de temas y su destreza para fusionar lo orgánico con lo mecánico le confieren una singularidad que lo distingue de otros artistas de su generación. La versatilidad con la que enfrenta diversos proyectos y la profundidad de su enfoque temático lo hacen un creador realmente fascinante.
Su elección de materiales no es menos impresionante. El hierro y el bronce, elementos tradicionales en la escultura, cobran nueva vida en sus manos, adquiriendo formas y significados insospechados. Pero su creatividad no se detiene ahí. Integra resinas, espejos, madera y acero, ampliando así el espectro de texturas y reflejos en sus obras.
Las temáticas que aborda van desde la representación de animales y construcciones urbanas hasta la dinámica de hombres en acción y equilibrio. Esta diversidad temática refleja su profunda observación del mundo que le rodea y su habilidad para plasmarlo en formas tridimensionales. Cada obra es un testimonio de su maestría técnica y su capacidad para comunicar ideas complejas a través del arte. En definitiva, Suárez Reguera no solo destaca por su talento, sino también por su capacidad para innovar y sorprender en cada una de sus creaciones.
La exposición “Al otro lado del espejo” es una experiencia artística que desafía la percepción convencional del espacio y el movimiento. En esta muestra, el movimiento y la ingravidez se convierten en protagonistas a través de figuras suspendidas que parecen desafiar las leyes de la física. Estas esculturas en suspensión no solo capturan la esencia del movimiento, sino que también lo congelan en el tiempo, creando una sensación de dinamismo perpetuo.
La interacción entre los personajes es otro elemento clave en la composición escénica de esta exposición. Los espejos juegan un papel crucial al reflejar las esculturas, multiplicando las perspectivas y creando un escenario sin límites. Esta interacción refleja no solo la relación entre las figuras, sino también la conexión entre el espectador y la obra de arte. Al observarse en los espejos junto a las esculturas, el espectador se convierte en parte de la composición, rompiendo la barrera tradicional entre el arte y el observador.
Las creaciones arquitectónicas con raíces, las escenas en destrucción y las esculturas orgánicas que completan la exposición destacan por su extraordinaria originalidad y nos recuerdan la inevitable relación entre la humanidad y el entorno natural. Las raíces, en particular, simbolizan tanto la estabilidad como el crecimiento, mientras que la destrucción representa la fragilidad y la temporalidad de nuestra existencia y que, aunque a primera vista estas escenas pueden parecer sombrías, nos revelan una belleza subyacente en el caos y la transformación, composiciones escénicas que nos invitan a reflexionar sobre la impermanencia y la capacidad de renacimiento tras la devastación.