ABRIL / JUNIO 2015
Así es el último universo plástico de Juan Barreto. Un universo en el que detrás de un paseo por Chelsea encontramos la serena placidez de unos caminantes; detrás de un rayo de luz violeta, el recuerdo de su amigo Granell; detrás de sus formas escultóricas, apacibles evocaciones románticas; detrás de los frontispicios y columnas de sus edificios, la metrópolis griega y romana por excelencia; detrás de una ciudad sin sueño, el sueño de una ciudad que esconde el misterio de los poderes históricos. Y detrás de todo ello, Juan Barreto, un pintor entre la imaginación y la belleza; pintor-poeta de la sublime grandiosidad del mundo clásico, que tiene su continuidad en la desmesura monumental de la urbe neoyorkina. Pero no sólo eso, pues el pintor sabe captar además la presencia humana que habita en su memoria junto a la belleza arquitectónica de la ciudad. Y, en este sentido, su obra constituye también una reflexión magnífica sobre el concepto y el tiempo, el paisaje y el paisanaje urbano que configura la identidad cosmopolita de los populares distritos de Bronx, Brooklyn, Manhattan, Queens y Staten Island.
Francisco López-Barxas