“Paisaxes mínimas” de Juan Adrio.

“Paisaxes mínimas” es una invitación a la sencillez a través de la mirada del fotógrafo pontevedrés Juan Adrio, que nos conduce hacia el minimalismo en sus obras.

Su conocimiento de la fotografía se hace evidente en la mínima cantidad de elementos que incluye en la misma, de ahí esa máxima de “menos es más”.

Estamos no sólo ante un proyecto de fotografía minimalista sino ante un proyecto de fotografía de paisaje, que responde a los principios de este movimiento, en donde juega un papel principal, un fenómeno atmosférico, la niebla como fondo inagotable para crear imágenes que fascinan por la oportunidad de capturar un paisaje único.

El conjunto estético de la exposición y el tratamiento del color nos recuerda al dibujo de tinta japonés y especialmente el Sumi-e, donde una representación mínima de dibujo flota sobre el blanco del papel.

Juan Adrio crea fotografías de paisaje de extraordinario impacto visual, de delicada composición y pacientemente tomadas a ambos lados de la carretera de Vigo a Ourense; cuando los bancos de niebla se integran en el paisaje y las montañas se dejan ver tímidamente la composición y la técnica se aúnan con la forma natural del entorno alcanzando su máxima belleza y sutilidad.

“Paisaxes mínimas” es una muestra compuesta por diecisiete fotografías y una proyección de video.

Juan Adrio es Doctor en Bellas Artes por la Universidad de Vigo y trabaja como profesor de Fotografía en la Escuela Superior de Diseño Mestre Mateo en Santiago de Compostela. Ha realizado numerosas muestras individuales y colectivas. Su calidad técnica, el modo de entender el trabajo y su búsqueda de nuevos lenguajes fotográficos, le llevó a obtener en el año 2012 el Segundo Premio de la Fundacion Aena y participar en el programa oficial de Photoespaña, en la exposición Airport-photo junto a Daniel Canogar, Chema Madoz o Alberto García Alix entre otros.

Si Tanikazi elogia la sombra, en estas imágenes asistimos a un elogio de la niebla que suele aparecer antes de la lluvia.

La atmósfera cambiante e incierta, característica del clima en Galicia, descubre paisajes tenues, cumbres que se insinúan y se disipan, composiciones de nubes bajas que se sitúan entre el espectador y el fondo, líneas irregulares de montes que se dibujan para volver a desaparecer.

El espacio dilatado, envolvente, en un juego de apariencias deja ver las transformaciones sutiles y trascendentales del mundo, como hace el sueño cuando vuelve pesados los párpados.

Esta aproximación a la visión de lo intangible recuerda por un lado a las veladuras que en la historia de la pintura tratan de captar la transparencia y, por otro, a la aparición de la imagen sobre el papel en el laboratorio fotográfico.

La niebla apunta a la duda en el espectro de lo visible y deja que el tiempo ejerza de revelador. A la vez, en estos paisajes mínimos algo atemporal se manifiesta, a saber, el espacio en blanco, el vacío.

Vanessa Díaz

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